drogas y genética

Drogas y genética: ¿naces propenso a la adicción?

¿Por qué algunas personas consumen una droga ocasionalmente sin desarrollar dependencia, mientras que otras se enganchan tras los primeros contactos? La respuesta, cada vez más clara gracias a la neurociencia, involucra una combinación de factores ambientales, psicológicos… y genéticos. La relación entre drogas y genética nos ayuda a entender que no todos partimos del mismo punto cuando hablamos de adicción.

Aunque ninguna persona está condenada genéticamente a volverse adicta, sí existen variaciones genéticas que aumentan la vulnerabilidad. Y cuando se suman a contextos adversos o experiencias traumáticas, el riesgo de desarrollar una dependencia se multiplica. En este artículo exploramos cómo interactúan las drogas y la genética en el cerebro, qué genes están implicados y cómo estos conocimientos pueden ayudarnos a prevenir o personalizar los tratamientos.

Cómo interactúan drogas y genética en el cerebro

Drogas y neurotransmisores: dopamina, serotonina, noradrenalina

Todas las drogas de abuso actúan sobre el cerebro, pero no lo hacen de forma uniforme. Algunas imitan neurotransmisores naturales, otras aumentan su disponibilidad, y otras bloquean su recaptura. En todos los casos, alteran el equilibrio químico que regula nuestro estado de ánimo, motivación y capacidad de aprendizaje.

Las sustancias más adictivas, como la cocaína, la heroína o la nicotina, afectan de forma directa al sistema de recompensa del cerebro, donde la dopamina tiene un papel protagonista. Este sistema, cuya función natural es reforzar conductas beneficiosas (como comer o relacionarse), se ve secuestrado por la droga, que genera una liberación masiva de dopamina y provoca una sensación de euforia o bienestar intensa.

Cuando esta estimulación se repite, el cerebro se adapta: reduce la sensibilidad de los receptores o disminuye la producción de dopamina. Esto genera tolerancia, pérdida del placer natural y, en muchos casos, dependencia.

Pero no todas las personas experimentan esta adaptación del mismo modo. La interacción entre drogas y genética influye en la intensidad de los efectos, en la rapidez con que se desarrollan estos cambios, y en la probabilidad de sufrir síndrome de abstinencia.

Variabilidad genética en la respuesta a las drogas

Cada organismo metaboliza las sustancias de forma diferente. Algunas personas, por ejemplo, eliminan la nicotina más lentamente debido a una variante en el gen CYP2A6. Esta diferencia genética hace que fumen menos y tengan menos probabilidades de desarrollar una adicción.

En el caso del alcohol, ciertos polimorfismos en el gen ALDH2 hacen que algunas personas experimenten efectos secundarios desagradables (enrojecimiento facial, náuseas) al beber. Esta reacción adversa actúa como un freno natural que reduce el riesgo de alcoholismo.

Estos ejemplos ilustran cómo la genética influye tanto en la respuesta subjetiva a las drogas como en la probabilidad de consumo continuado. En otras palabras, no todas las personas sienten lo mismo ante una misma sustancia. Las diferencias están escritas, en parte, en nuestros genes.

Cambios cerebrales inducidos por consumo repetido

El cerebro cambia con la experiencia, y el consumo repetido de drogas no es la excepción. La exposición continua altera la plasticidad sináptica, genera cambios en la densidad de receptores y afecta la estructura de regiones clave como la corteza prefrontal o el núcleo accumbens.

En algunas personas, estos cambios ocurren más rápidamente o con mayor intensidad. Aquí es donde la relación entre drogas y genética vuelve a ser central: ciertas variantes genéticas facilitan la adaptación del cerebro a la droga, mientras que otras dificultan su recuperación tras la abstinencia.

Además, algunos genes no solo aumentan la vulnerabilidad a desarrollar adicción, sino que también influyen en la eficacia de los tratamientos. Por ejemplo, una variante del gen OPRM1, que codifica para los receptores opioides, está asociada a una mejor respuesta a medicamentos como la naltrexona, usada para tratar la dependencia al alcohol y los opiáceos.

Estos hallazgos abren la puerta a la farmacogenética, es decir, al diseño de tratamientos personalizados basados en el perfil genético de cada paciente.

Genes relacionados con la vulnerabilidad a las drogas

Qué es un gen y cómo influye en la conducta

Un gen es una unidad de información hereditaria que codifica proteínas. Algunas de estas proteínas regulan cómo el cerebro responde a los estímulos, metaboliza sustancias o reacciona ante el estrés. En el contexto de drogas y genética, ciertas variaciones en estos genes —llamadas polimorfismos— pueden aumentar la probabilidad de desarrollar una adicción.

Estas diferencias genéticas afectan aspectos como la velocidad de metabolización de una sustancia, la sensibilidad de los receptores cerebrales o la intensidad del refuerzo que una droga produce.

Genes que afectan el metabolismo de sustancias

Uno de los sistemas más estudiados es el citocromo P450 (CYP450), un conjunto de enzimas que metabolizan muchas drogas. Por ejemplo:

  • CYP2A6: su actividad regula la velocidad a la que se elimina la nicotina. Un metabolismo lento se asocia con menor consumo y menor riesgo de adicción.
  • CYP2D6: participa en la metabolización de opioides. Ciertas variantes provocan una eliminación más rápida o más lenta de la sustancia, lo que puede influir en la dependencia o en los efectos secundarios.
  • ALDH2: relacionada con el metabolismo del alcohol. Algunas variantes provocan una reacción física negativa al consumir alcohol, que actúa como mecanismo de protección frente al abuso.

Genes que alteran los receptores cerebrales

La adicción no solo depende de cómo el cuerpo procesa la droga, sino también de cómo el cerebro responde a ella. Existen genes que codifican los receptores implicados en el sistema de recompensa:

  • OPRM1: codifica el receptor mu de los opioides. Su variante A118G está relacionada con una mayor sensibilidad a los opiáceos, y con mejor respuesta a tratamientos como la naltrexona.
  • DRD2: codifica un receptor de dopamina. Se ha relacionado con una mayor susceptibilidad a la adicción a cocaína, especialmente en algunos grupos étnicos.
  • CHRNA5: asociado a los receptores de nicotina; ciertas variantes aumentan el riesgo de desarrollar dependencia al tabaco.

Índices de heredabilidad según el tipo de droga

Los estudios en gemelos han permitido estimar el peso de los genes en distintas adicciones. Esta “heredabilidad” varía según la sustancia:

  • Cocaína: 0.70
  • Heroína y opioides: 0.65
  • Alcohol y nicotina: 0.55
  • Marihuana: 0.45
  • Alucinógenos y estimulantes: 0.39

Tabla comparativa: drogas, genes implicados y nivel de riesgo hereditario

SustanciaGenes implicadosMecanismo afectadoHeredabilidad estimadaObservaciones clave
NicotinaCYP2A6, CHRNA5Metabolismo, receptores0.55Metabolismo lento protege del tabaquismo
AlcoholALDH2, MAOAMetabolismo, impulsividad0.55Enrojecimiento facial, menor consumo
OpioidesOPRM1, CYP2D6Receptores, metabolismo0.65Variantes influyen en respuesta al tratamiento
CocaínaDRD2, DAT1Sistema dopaminérgico0.70Alta adicción y fuerte base genética
CannabisCNR1Receptores CB1 (euforia, memoria)0.45Afecta zonas de juicio y motivación

La epigenética: cuando el entorno modifica tus genes

La epigénesis explica cómo el ambiente influye en la expresión genética sin cambiar el ADN. Por ejemplo, un ambiente con poco afecto, estrés crónico o negligencia puede alterar químicamente el funcionamiento de ciertos genes, haciendo a la persona más vulnerable a las drogas.

Estudios con animales han demostrado que un cuidado maternal deficiente puede silenciar genes clave en la regulación del estrés. En humanos, se han observado cambios similares en personas expuestas a traumas en la infancia.

Además, algunas drogas como la cocaína alteran la expresión genética directamente. Por ejemplo, modifican la metilación de histonas y cambian la estructura de las neuronas, lo que puede reforzar la adicción.

La enfermedad dual: genética, drogas y salud mental

Una parte de la relación entre drogas y genética se entrelaza con la salud mental. Muchos pacientes con adicción presentan un trastorno psicológico de base, como ansiedad, depresión, TDAH o trastornos de personalidad.

En estos casos, el consumo puede funcionar como una forma de automedicación. El cerebro, ya afectado por una patología previa, responde con mayor intensidad al refuerzo dopaminérgico, y la capacidad de control disminuye.

La impulsividad, por ejemplo, se ha relacionado con una disfunción en la corteza prefrontal. Cuando esta zona cerebral no regula adecuadamente los sistemas subcorticales de recompensa y castigo, aumenta el riesgo de consumo compulsivo.

Prevención y tratamiento personalizado según tu perfil genético

El conocimiento sobre drogas y genética abre una puerta al tratamiento personalizado. En el futuro —y en algunos centros ya en el presente— será habitual realizar perfiles genéticos para:

Además, estos conocimientos permiten diseñar estrategias de prevención más eficaces: si un adolescente tiene un perfil genético de alto riesgo, puede recibir una orientación más intensiva antes de su primer contacto con drogas.

El mensaje no es alarmar, sino anticiparse. Porque el componente genético no determina el destino, pero sí puede orientar la prevención y el abordaje terapéutico.

Conclusión: comprender la relación entre drogas y genética es clave para prevenir y tratar

Entender cómo interactúan drogas y genética permite derribar mitos sobre la adicción. No se trata de un fallo moral, ni de una simple decisión voluntaria, sino de una condición compleja que surge de la combinación entre predisposición biológica y entorno.

Conocer los genes implicados, su impacto en el metabolismo, en los receptores cerebrales y en la eficacia de los tratamientos nos permite avanzar hacia una medicina más humana, científica y eficaz.

En Sinopsis, Centro de adicciones en Girona, trabajamos con esta visión integral de la adicción. Evaluamos no solo el consumo, sino la historia personal, emocional y, cuando es posible, también genética del paciente. Porque cada persona es única, y su tratamiento también debe serlo.

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